
En mi época de estudiante en Bilbao, a mediados de los setenta,
supe de la experiencia de los Traperos de Emaús, y de ella me serví
alguna vez para amueblar algunos de los pisos de alquiler en los que
cohabité, y también para husmear entre sus libros de segunda mano
algunas joyitas que aún conservo. La basura es un tesoro.
Pero ha sido en los encuentros con Banatu Taldea cuando he podido conocer un poco más a fondo la experiencia de los Traperos de Emaús en Navarra.