Ahora que iniciamos este proyecto comunicativo, a través del blog, queremos hacer un pequeño resumen de nuestra actividad en estos años.
Conócenos:
-La sanción a Chema, la vía de la desobediencia: El punto de partida del grupo se da con la sanción recibida por nuestro compañero Chema, quien tras años de repartir voluntariamente el empleo en la Administración (períodos de permisos sin sueldo), se niega a asumir el aumento de jornada impuesto en el segundo semestre de 2012, el cual destruía empleo, era antirreparto.
La campaña de apoyo consistió en la interposición de los recursos administrativos, la recogida de autoinculpaciones, concentraciones, notable presencia en los medios... Finalmente, esperaron a que el compañero se jubilara para hacer definitiva una sanción que no llegaría a efectuarse por dicho motivo.
-Los puntos Negros del Paro y Verdes del Reparto: a través de la señalización de estos puntos hemos tratado de visibilizar que empresas llevan a cabo las peores políticas de destrucción y concentración del empleo y qué agentes, por el contrario llevan a cabo saludables iniciativas de reparto.
-Acciones, charlas, ... en carteles:
-Artículos de opinión: otra línea de trabajo es la divulgación de nuestros planteamientos en los medios de comunicación a través de artículos de opinión. Pasamos a reproducir la mayor parte de ellos:
SINDICALISMO Y REPARTO DEL
TRABAJO (abril de 2013)
Llevamos seis años de
“crisis”, seis años de políticas económicas, primero
expansivas y luego recesivas, seis años de acatar los dictados de
los poderes y saberes económicos, seis años de promesas de futuro y
cada vez nuestra situación es peor: los servicios y garantías
básicas en progresivo deterioro; dentro de un paulatino
empobrecimiento la pobreza severa crece, a la par que las
desigualdades se incrementan. Somos pues no solo una sociedad más
pobre, también más injusta.
El paro es una de las
consecuencias más graves de esa crisis, significa carencia de
recursos y también de horizonte. Viene siendo uno de los principales
factores de incremento de las desigualdades, una especie de barrera
entre el estar adentro o el quedar afuera.
Normalmente, en nuestras
sociedades, el paro generado en épocas de recesión era reabsorbido
en épocas de recuperación económica. Pero la situación actual es
distinta. Por un lado, hay buen número de países que se están
incorporando al desarrollo productivo. Por otro, el desarrollo
tecnológico permite incrementos de producción con menor trabajo
humano. Por último, la actual crisis tiene un fuerte componente
ecológico que hace inviable (y no deseable) el crecimiento sin fin
del dueto producción/consumo.
Si aplazar la solución
del paro a la salida de la crisis es de por sí terriblemente injusto
e insolidario, en la actual situación significa aplazarla para
siempre. Ya nunca el paro va a ser reabsorbido por ninguna fase de
expansión económica. Su única solución es el reparto del empleo
y, a la vez, es la única vía posible a la exigencia de otros
repartos también necesarios.
Y sin embargo las
soluciones que nos proponen van en la dirección contraria: horas
extras, incrementos de jornada, atraso de la jubilación…, lo cual
está dentro de la lógica del capitalismo más agresivo: su objetivo
es el incremento incesante del beneficio sin ninguna preocupación
social, y para ello el paro ayuda más que molesta.
Resultan más
incomprensibles las razones por las que el sindicalismo no aboga por
el reparto del empleo, o lo hace con tan escasa convicción. Basta
repasar las razones esgrimidas para convocar las últimas huelgas
generales para ver que el problema de parados y paradas queda perdido
entre otras muchas demandas, todas dignas, pero ninguna tan
acuciante.
Todo parece indicar que
el sindicalismo está excesivamente atrapado por el montaje que del
sindicalismo ha hecho el sistema, en unos casos por su dependencia de
subvenciones y, en todos, por una especie de clientelismo hacia
quienes están trabajando, que son lo que otorgan representatividad
institucional y poder sindical a través de las elecciones
sindicales. Quizá cambiarían las cosas si las cerca de sesenta mil
personas en paro de Navarra pudieran tener el número de
representantes sindicales que proporcionalmente les corresponderían.
Mientras tanto el sindicalismo permanece atrapado en el interior de
las empresas y por las dinámicas que en ellas plantea la patronal.
Pero esta no opción por
acabar con el paro -desde ya, sin fiarlo a futuro- y por el reparto
del trabajo como única forma de alcanzarlo no es solo un acto de
insolidaridad, sino también un acto de ceguera que va sumiendo al
sindicalismo en una creciente incapacitación. Con casi sesenta mil
parados en Navarra, cifra en permanente incremento, hacer
sindicalismo al interior de las empresas resulta poco menos que
imposible.
Toda la negociación
colectiva actual es una negociación a la baja, en la que las
organizaciones sindicales no logran, por más que algunas lo
intenten, defender las condiciones laborales y salariales de los
trabajadores en activo. Difícilmente podrá ser de otro modo
mientras la patronal tenga en su mano la amenaza del paro, el
permanente chantaje de casi sesenta mil personas paradas en Navarra
en cada vez peor situación, obligados a aceptar cualquier empleo en
cualquier condición. Sin abordar el problema del paro, también la
defensa de las situaciones laborales y salariales de los trabajadores
en activo se hace más difícil.
Para el capital la enorme
tasa de paro, y las desigualdades internas a la mayoría social que
genera, es la condición idónea para incrementar su capacidad de
dominación, y esa situación puede manipularla a su beneficio. La no
apuesta sindical contra el paro, el que quienes trabajamos no seamos
capaces de afrontarlo deja un enorme margen de maniobra a la
patronal. Como ya lo propugna su presidente, su solución serán los
miniempleos, trabajos ultraprecarios, parciales y en condiciones
absolutamente retrocedidas.
Si hasta ahora el tener o
no tener trabajo venía siendo la barrera de separación entre el
estar adentro, el tener acceso a la cobertura de las necesidades
básicas, y el quedar afuera, sin capacidad para poder cubrirlas, con
los miniempleos que nos planean y que ya están experimentados en
otros países, el tener empleo no garantizará unas condiciones de
vida mínimas, mantendrá las desigualdades internas en las que pueda
seguir ejerciéndose el chantaje del capital, trasladando al interior
del trabajo la barrera de separación que hasta ahora ejercía el
paro, todo ello a favor de los incrementos del beneficio del capital.
O repartimos nosotros el trabajo, como camino hacia una recuperación
del reparto de la riqueza, o lo repartirán ellos incrementando sus
beneficios.
Nuestro reparto del
trabajo no puede quedarse en un reparto acotado a la actual masa
salarial que deje al margen el reparto de la riqueza y el incremento
del porcentaje sobre el PIB de los salarios directos e indirectos. La
disminución drástica de jornada como forma de generación del
empleo equivalente no debe repercutir en una disminución salarial
similar, sino que algo tendrán que aportar los beneficios
empresariales; el cuánto de esa aportación dependerá de la
capacidad de presión que seamos capaces de recuperar en ese impulso
de reparto. Tampoco las posibles disminuciones de salarios
individuales derivadas de ese reparto tendrán que distribuirse de
igual modo para todos los salarios, sino que deberán suponer un
recorte importante de los abanicos salariales, de modo que no
disminuyan los salarios más bajos.
La propuesta del reparto
del trabajo no puede convertirse en una especie de enjuague
excesivamente complaciente o poco enfrentada al actual sistema. Todo
lo contrario, el paro viene siendo un grave freno a la capacidad de
presión obrera, capacidad que debe recuperarse desde las propuestas
de reparto. Pero no solo debe recuperar capacidad de presión también
tendrá que cambiar las formas de ejercerla. El sindicalismo centrado
en la reivindicación a través de la negociación colectiva de
empresa está muy ligado a un capitalismo en expansión, a quien
fortaleció adhiriendo a él a los trabajadores por la vía de su
inclusión en el modelo de desarrollo. Hoy no parece posible una
oposición al sistema que no sea, a la vez, oposición al modelo de
desarrollo, al incremento incesante de la producción y el consumo y
de la competitividad, vivida de espaldas y aún en contra de
cualquier tipo de solidaridad internacional. El modelo de desarrollo
y el sistema capitalista que lo genera son una y la misma cosa y no
parece posible oponerse al segundo sin oposición al primero. Pero la
oposición al modelo de desarrollo no puede reducirse a la
reivindicación de intereses, debe anclarse también en otras tomas
de postura más implicativas, en las que “los intereses” a
defender cambien de orientación, de mayor apuesta, de tomas de
postura propias de las que emanen otro tipo de reivindicaciones y de
formas de impulsarlas.
Es seguro que la fórmula
del reparto del trabajo no va a ser la solución a todos los males
sociales, y que tendrá que ser complementada por otras medidas como
el derecho a una renta básica individual y suficiente, pero, ¿existe
otra para acabar con el paro?
Lo cierto es que con una
tasa de paro alta como la actual, con la fractura que ella introduce
al interior de la sociedad y de los trabajadores, con el plus de
capacidad de dominación y de posibilidades de manipulación que le
otorga a la patronal, todo el sindicalismo, tanto el de pacto como el
de confrontación, tienen su espacio francamente reducido.
LOS REPARTOS DE BARCINA
(mayo de 2013)
La Presidenta de Navarra
lanza sin rubor las ideas más peregrinas con los nombres más
pomposos.
Plantea el reparto del
trabajo, idea que apoyamos, pero lo reduce al reparto entre las
contrataciones precarias: sustituciones… En lugar de un contrato a
jornada completa propone dos contratos a media jornada de los cuales
se beneficiarán dos personas. Con lo lista que es nuestra
presidenta, ¿cómo no se le ha ocurrido que si hace cuatro
contrataciones a un cuarto de jornada su reparto se multiplicaría no
por dos, sino por cuatro? Barcina no quiere el reparto del trabajo,
solo quiere quitar como sea personas de las estadísticas del paro.
Dentro de poco se
apuntará con la misma desfachatez al “reparto de la riqueza”. Lo
tiene fácil, Bienestar Social puede conceder el doble de rentas de
inserción dividiendo las actuales por dos, gran idea.
El reparto del trabajo es
el reparto del trabajo existente, no el de las migajas de trabajo, y
el reparto de la riqueza es el reparto de los recursos existentes, no
el de los residuos.
La idea del reparto es
que quien más tiene debe aportar más, para que reciba más quien
tiene menos. El reparto del trabajo, para serlo tendría que afectar
a todas las personas y tendría que plantearse reduciendo los
abanicos salariales y con la aportación, naturalmente, de los
beneficios empresariales.
Nuestra clase política
parece no tener límite en la desfachatez y en la sinvergonzonería,
degradan todo aquello de lo que hablan o sobre lo que proponen, por
degradar, degradan hasta el lenguaje, en este caso la palabra
reparto. ¿Podremos seguir hablando del reparto del trabajo, después
de lo escuchado a Barcina? Habrá que seguir haciéndolo, pero
dejando claro que la única idea que tiene Barcina de la palabra
“reparto” está ligada a “sobres”.
REPARTO DE TRABAJO: UNA
PROPUESTA DECRECENTISTA (junio de 2013)
Reparto de trabajo. ¿Qué
tiene este concepto que hace apenas unos meses sindicatos y partidos
lo ignoraban y ahora se ha convertido en motivo de creativa disputa?
Probablemente la constatación de que la extrema gravedad de la
crisis y del paro desbocado (salvando espejismos estacionales) lo ha
puesto por vez primera bajo los focos, como una alternativa de
emergencia. Hasta el punto que hasta los mismos corresponsables del
paro –así nuestro astuto Gobierno foral- lo rondan para
manipularlo como saben hacer, confundiendo reparto de trabajo con
reparto de miseria, trabajo digno con minijobs…La situación en
Navarra es que apenas hace un par de meses los partidos de la
oposición y los sindicatos se han lanzado a una carrera por diseñar
y modular una medida ineludible, y hay que felicitarse por ello. En
este esfuerzo conjunto y en algunas de las medidas que se han
esbozado hallaremos las bases de una propuesta que sin duda ha de ser
colectiva.
No obstante, desde
Banatu. Iniciativa por el reparto (del trabajo y de la riqueza),
siguiendo el enfoque decrecentista, queremos advertir que el reparto
del trabajo no puede ser esa medida coyuntural y reversible para
disimular las cifras del paro y beneficiar solo al empresariado, sino
una pieza central del puzzle del nuevo paradigma del empleo para
salir de la crisis. En este nuevo modelo, el objetivo es el
cumplimiento del derecho a una vida digna, que contemple un trabajo
retribuido con justicia, en el marco de una economía al servicio de
las personas, que sustituya la competitividad por la utilidad social
y la verdadera sostenibilidad ecológica que evite el colapso
ecológico y energético. El reparto del trabajo se ha convertido en
estos momentos en un imperativo ético inaplazable, cuya extensión
ha de integrarse en el debate sobre la renta básica universal, el
reparto del trabajo reproductivo o de cuidados y la revaloración del
tiempo libre, dedicado al desarrollo personal y colectivo, a la
familia, el cultivo de la amistad o la cultura y a la participación
activa en la sociedad. Lo que podría resumirse en el lema: Trabajar
(menos horas) para vivir mejor, no vivir para trabajar(y consumir).
Pero en Banatu, el
reparto de trabajo como medida estructural progresiva, que abre la
expectativa a un estilo vital del ‘buen vivir’, no nos hace
olvidar la urgencia y la concreción que demandan los sectores más
vulnerables que sufren el paro (jóvenes, mujeres, migrantes, mayores
de 50 años, etc.), y por ello aportamos una propuesta que creemos
razonable y practicable, siempre abierta a la discusión y la mejora:
la semana laboral de 30 horas y su aplicación prioritaria en la
Administración.
La reducción de la
semana laboral a 30 horas efectivas (un cifra intermedia entre los
extremos barajados hasta ahora, de 35 y 20 horas) en diferentes
fórmulas flexibles (por cómputo de horas/días, días, semanas o
meses), según las necesidades de los diferentes servicios y buscando
siempre el acuerdo con los trabajadores. Los salarios
correspondientes no seguirían la misma progresión que la reducción
de la jornada, ya que esta debe ser una medida también para reducir
la abusiva desigualdad en los abanicos salariales que se dan en la
Administración, posibilitando que el reparto de trabajo signifique
también reparto efectivo de la riqueza. La reducción salarial que
compensaría de alguna manera la reducción de la jornada se
distribuiría de modo inversamente proporcional a los niveles
salariales, estableciendo un reajuste en la escala de los diferentes
niveles de la Administración. Esta medida se podría complementar
con otras que los sindicatos de la Administración han propuesto para
el empleo público, como la reducción voluntaria de tiempo de
trabajo (con reducción salarial pero cotizando como salario íntegro)
o la licencia parcialmente retribuida (año sabático), las supresión
de horas extras, etc. El objetivo de esta propuesta de Banatu –30
horas para todas las plantillas de la Administración- es que la
reducción de la jornada garantice directamente la generación de
nuevos empleos de 6 horas en condiciones laborales y salariales
similares al resto y, al mismo tiempo, frenar los recortes y la
erosión en la calidad del servicio en el sector público.
En el contexto de este
intenso debate la propuesta decrecentista de Banatu tendría la
virtud de que puede ser de aplicación inmediata, ya que no ha de
esperar a una reforma económica ni a medidas adicionales
(fiscalidad, etc.) para obtener resultados, aunque esa reforma
económica -en profundidad- hacia un modelo más igualitario y
decrecentista, ha de tener lugar para generar todo su potencial. Su
aplicación en la Administración puede tener también un carácter
ejemplificador, que sirva de acicate para su reivindicación y
negociación en el sector privado, más allá de tímidas medidas
como de las que, por ejemplo, se habla en Volkswagen.
Cuando las instituciones
juegan a dar gato por liebre y al despiste –el fiasco de una Mesa
del empleo sin financiación- hay que proponer medidas contundentes
como el reparto del trabajo hasta que se conviertan en una apuesta
estratégica tanto en el sector público como en el privado y en un
clamor social en las calles. Ha llegado la hora de pasar de la por
otro lado valiosa iniciativa voluntarista por el reparto a la
ofensiva social y activista que contenga la marea de recortes y
privatizaciones que nos impone el austericidio neoliberal.
El reparto del trabajo
puede ser el primer corte que rompa el nudo gordiano del paro. En la
mano de los trabajadores y trabajadoras, pero también todas las
personas en paro, precarias, jubiladas o estudiantes, está
impulsarlo con fuerza solidaria y determinación.
PARO Y REPARTO DEL TRABAJO
(agosto de 2013)
Estamos en la sociedad de
la estadística, sabemos que más del 50% de los jóvenes que
debieran haber empezado a trabajar en los últimos años no lo han
hecho ni previsiblemente lo harán. Eso sí, a esa realidad de los
jóvenes sin trabajo se le pone nombre -nombrar es una forma de
explicar y una explicación es el inicio de la justificación-, son
“la generación perdida”.
Estamos en la sociedad
del espectáculo y el entretenimiento, los tiene de todos los
colores, algunos de ellos muy alejados de lo agradable y ameno. Desde
cualquier ventana que tenga contenedores de basura en su campo de
visión puede verse un permanente goteo de personas que desfilan a la
búsqueda de desperdicios. No forman parte del espectáculo
programado, son espontáneos que emprenden su actuación empujados
por la necesidad, sus máximas expectativas están dentro del
contenedor.
El paro, y sus secuelas,
es el principal problema social, nos preocupa mucho pero nos
aguantamos, nos ocupa menos, y a algunos menos que menos.
El parlamento de Navarra
constituyó una Comisión de Empleo. ¿Sabemos algo de sus
resultados, por mínimos que sean? En algunos ambientes se solía
decir: “si quieres entretener un problema sin que nunca se
solucione, nombra una comisión”. El dicho viene al caso de esta
actividad que no pasa del hacer como que se hace.
Yolanda Barcina, nuestra
presidenta, aireó hace unos meses una propuesta de reparto del
trabajo. Era mala, tan mala como para no merecer ese nombre, pero las
propuestas malas se pueden mejorar y un problema no puede
abandonarse.
¿Hace algo en esa
dirección, o en otra, la oposición? Tampoco mucho. Gobierno y
oposición juegan guerras de guerrillas y uno de los terrenos en
las que las practican es el del paro, pero en la práctica parece que
ambos se mantienen muy inactivos, confiando en que el paro se
resuelva por sí solo mediante un nuevo ciclo de reactivación
económica.
Difícilmente se podría
hacer comprender esas posturas a cada una de las personas de “la
generación perdida” o a quienes buscan en contenedores. Fiar el
paro a la reactivación económica es aplazarlo, entretenerlo, y en
la situación actual es aplazarlo indefinidamente. No habrá
reactivación económica suficiente para reabsorber el paro como en
otros ciclos recesivos. El paro solo puede resolverse repartiendo el
trabajo, el existente, no el hipotético a generar en el futuro.
Desde luego el asunto del reparto del trabajo habría que hacerlo con
detrimento de los niveles de consumo buena parte de la todavía
mayoría social, algo a lo que nunca va a atreverse un político. La
política, en el gobierno y la oposición, busca votos, cada cual en
sus respectivos caladeros, y no se atreven a agitarlos ni a crearles
sobresaltos. La solución al paro no vendrá del Parlamento. Nuestra
obligación es impulsarla socialmente.
En este sentido, desde
Banatu Taldea-Iniciativa por el Reparto propugnamos, como punto de
partida, la aplicación de medidas de reparto reales en la
Administración. Este reparto, entendemos que pasa por la reducción
de la jornada laboral a 30 horas semanales y la creación de puestos
de trabajo equivalentes, acompañada de una reducción de los
abanicos salariales, nunca perjudicando a los salarios más bajos.
Trataremos de hacer llegar nuestra propuesta a todos los grupos
parlamentarios y sindicatos de la Administración, pero ante todo,
esperamos que sea entendida y aceptada por un, cada vez mayor, sector
de la población.
REPARTIR EL TRABAJO, TAN
SENCILLO COMO QUIERAS (diciembre de 2013)
El reparto del trabajo no
es, no debe ser, una medida coyuntural a adoptar en los momentos en
que el paro supera las proporciones que lo hacen económicamente
rentables y en los que, además, no hay posibilidades de que
disminuya significativamente en un plazo de tiempo razonable.
El reparto del trabajo,
por el contrario, es una pieza más del puzzle que debemos ir
encajando para construir un nuevo paradigma, una nueva manera de
pensar los valores propios de las personas y cómo debemos organizar
las relaciones sociales y el equilibrio con la naturaleza. Vivimos en
una sociedad que identifica el vivir bien con poder gastar cada vez
más, con poder tener cada vez más cosas sin querer ver que esa es
precisamente la raíz del “malvivir” que afecta tanto a los
sectores de la población del planeta que tienen más de lo que
necesitan pero que nunca se sienten satisfechos, como a la parte de
la población del planeta que no tiene ni lo imprescindible y
realmente vive mal. Sin olvidar que también afecta al propio
planeta, a la propia naturaleza explotada y contaminada muy por
encima de los niveles que permiten su regeneración.
Avanzamos a pasos
agigantados hacia una sociedad cada vez más desigual, más
individualista y más autoritaria y hacia el colapso ecológico y
energético. ¿Cómo podemos intentar darle la vuelta? ¿Qué papel
puede jugar el reparto del trabajo en ese intento?
- Derecho a una vida digna
Toda persona en cualquier
parte del mundo tiene derecho a una vida digna y, siendo el salario
el recurso que lo posibilita, a un trabajo retribuido. El objetivo
del reparto del trabajo no puede ser disimular las cifras del paro,
sino que toda persona que quiera pueda acceder a un puesto de trabajo
- Economía al servicio de las personas.
Producir menos,
repartiendo el trabajo y derrochando mucho menos.
Desde 1950 la población
mundial se ha duplicado, triplicado la producción material y
multiplicado por cuatro el consumo de energía, pero cada vez hay más
pobres en el mundo y son mayores las diferencias entre los que
tenemos más de lo que necesitan y los que no tienen ni para vivir.
Mientras el hambre afecta
a mil millones de personas un tercio de la producción de alimentos
se convierten en desperdicios.
- Trabajar (menos horas) para vivir mejor, no vivir para trabajar (y consumir)
Tiempo para hacer lo que
realmente queremos o para no hacer nada. Tiempo para nosotros mismos,
para las amistades, la familia. Tiempo para los trabajos de cuidados.
Tiempo para compartir los trabajos domésticos. Tiempo para
participar activamente en la sociedad. Tiempo para desarrollarnos
individual y colectivamente y no para tener cada vez más cosas.
El reparto del trabajo es
algo a lo que no estamos acostumbrados bien al contrario trabajar más
horas, en perjuicio de otros y otras se asoció a la posibilidad de
una vida mejor. Pero los nuevos problemas nos están cambiando: los
bancos de alimentos, los comedores sociales, la salida al extranjero
de los jóvenes.... son parte de las “soluciones” que estamos
encontrando para paliar el drama del desempleo y la pobreza que
conlleva.
Se nos transmite la falsa
ilusión de que el crecimiento económico que ya llega creará empleo
y terminará con el paro, aunque no se nos dice cuando y en que
condiciones laborales.
Las trabajadoras y
trabajadores no tenemos en exclusiva la culpa del paro, pero muchos
comportamientos mantenidos durante años nos hacen responsables de
el. Mientras exigimos soluciones a las Administraciones, los
empresarios y “al Capital”, nosotros también podemos hacer algo
por nuestros conciudadanos en desempleo.
Cada vez toma más fuerza
la idea de que, o los trabajadores y trabajadoras creamos nuestro
propio sistema de reparto del trabajo de forma justa y solidaria para
todos y todas, o nos lo van a imponer a la fuerza desde de arriba,
como les convenga, precarizando los empleos, con la excusa de
disminuir la cifra de parados.
En Octubre de 2013, el
colectivo Banatu / Iniciativa por el Reparto organizamos unas
Jornadas en Pamplona sobre el tema. Uno de los talleres lo impartió
el experto en temas de economía alternativa Alberto Ortiz de Zárate,
bilbaíno, ex-funcionario del Gobierno Vasco y ahora consultor expuso
algunas ideas sencillas:
a) Solidaridad
básica: En cada vez más familias, el reparto se produce por la vía
del desempleo: los que no trabajan son mantenidos por los que siguen
ingresando su salario. Pero crea relaciones de dependencia
indeseables. Sería preferible que mi familiar hiciera una parte de
mi trabajo. En algunas empresas, los trabajadores han propuesto la
medida obvia: en lugar de echar a personas a la calle, prefieren
repartir entre todas el empleo y el salario. Si consideramos a
nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestra tierra, nuestro país como
una gran familia, o como una organización, llegaremos a la
conclusión que la mejor medida para acabar con el desempleo es
repartir el empleo existente.
b) Beneficios:
Mejora la productividad: todos somos más productivos en 6 horas que
en 8. Mejora el recambio generacional: se incorpora gente joven que
puede aprender de los mayores que siguen ahí, con menos jornada.
Disminuye la espantosa desigualdad social a la que estamos abocados.
Mejora el reparto entre sexos del trabajo no remunerado; esto es, las
tareas domésticas y de cuidados. Crea una bolsa de tiempo que se
puede dedicar a aprender, innovar y aportar valor social. Cambia
consumo por ocio, por oportunidades para la salud y la cultura.
c) Límites: Los
ingresos familiares no pueden bajar de un mínimo para soportar el
gasto corriente las jornadas que ya están reducidas, no hay que
volverlas a reducir hay que seguir cotizando el 100% a jubilación a
partir de cierta edad hay que hacer algo radical con las hipotecas,
que impiden toda flexibilidad a muchas familias.
Una primera forma de
repartir el trabajo se dirige a los trabajadores que tienen ya
resuelta la vida a nivel económico y optan voluntariamente por
cambiar días de trabajo y dinero por ocio. Cada 4 trabajadores,
reduciendo el 20% generan 1 puesto de trabajo. Es el reparto
voluntario de los que sueñan con trabajar de lunes a jueves: ¡Esta
es su oportunidad¡. Facilitaría la propuesta si hubiera una Ley
que coordinara al INEM, que se ahorra prestaciones por desempleo, a
la Seguridad Social, que mantuviera la cotización para la jubilación
lo más próximo al 100%, teniendo en cuenta que aumentan los
cotizantes, al Gobierno que dirija las ayudas a las empresas para
crear empleo y al empresario que acepte algún coste razonable y la
tarea de reorganizar el sistema de trabajo. ¿Sencillo o complicado?
También hablamos del
reparto del trabajo generalizado, cuando en un convenio se establecen
medidas concretas para toda la plantilla. Pedimos a los sindicatos,
comités de empresa, delegados y empresarios (¡por qué no¡) que en
los nuevos convenios incluyan un punto de creación de empleo en base
al reparto del trabajo. Es un punto más como la subida del salario,
el tiempo de descanso, los permisos retribuidos, los pluses
salariales…. A negociar en conjunto. Hay mil fórmulas. Una muy
sencilla es rebajar el tiempo de trabajo en 1 hora semanal y cada 39
trabajadores creamos un empleo. Las propuestas más contundentes
hablan de 35 y 30 horas semanales. En estos casos negociaremos el
porcentaje de salarios a disminuir. Otras, más clásicas, son no
hacer horas extras, no trabajar los fines de semana, no amortizar las
jubilaciones, facilitar la prejubilaciones y los contratos de relevo,
etc. y con ese tiempo en cálculo anual, crear empleo.
Si hay problemas para
encajar el “puzzle organizativo” en Banatu estamos en contacto
con expertos que nos pueden ayudar. Imprescindible estar informados
y convencidos, cuantificando los empleos a crear, previamente a
incluirlo en la plataforma de negociación y destacar las ventajas
sociales que implica este esfuerzo personal. ¿Sencillo o complicado?
El colectivo Banatu hemos
creado el “Sello Negro” para los colectivos de trabajadores y
empresas que acuerdan en sus convenios aumento en el tiempo de
trabajo. Y el “Sello Verde” (esperanza) para los que disminuyen
su tiempo de trabajo creando empleo. Pronto asignaremos los primeros
Sellos.
¿Sencillo o complicado?
Solo lo comprobaremos si lo intentamos.
HACIA EL REPARTO DEL
TRABAJO:
puntos negros, puntos verdes (marzo de 2014)
A estas alturas de la
crisis, la clave temporal resulta fundamental para enfocar la
solución al problema del paro. ¿La postergamos hasta que llegue una
incierta reactivación económica? ¿Al cambio institucional de
políticas de empleo? Las perspectivas económicas más optimistas no
son nada esperanzadoras, ni las políticas que se proponen parecen
claras ni determinantes a corto o medio plazo. Y la realidad
inmediata es que las 51.488 personas en paro, el 18% de esta Navarra
de la prospera corrupción, no puede esperar al futuro para comer y
vivir dignamente. Ni las personas en paro, ni la ‘generación
precaria’ de la juventud, ni el colectivo de personas migrantes, ni
las mujeres, por no hablar de las familias que malviven de una
pensión o que se ven amenazadas por un desahucio. Los sectores más
vulnerables, cada vez más amplios, han entrado ya en una espiral de
desesperación que nuestra sociedad no se puede permitir.
Ha llegado la hora de la
solidaridad real, que incluso en nuestro contexto capitalista, pueda
abrir una primera brecha contra el paro estructural y contra la
estructura del paro. Ahora toca ser responsables y coherentes: dar
ejemplo con prácticas solidarias que generen empleo, con o sin
mediación de sindicatos, agentes sociales o instituciones. Es por
ello que Banatu Taldea, iniciativa decrecentista por el reparto del
trabajo y la riqueza, ha emprendido una campaña de visibilización
del reparto del trabajo, una de las medidas que más impacto pueden
tener en este esfuerzo, señalando tanto los puntos positivos como
los negativos que en este aspecto advertimos en Navarra. En 2014
hemos marcado dos puntos negros –la empresa Volskwagen y la
Administración pública, los buques insignia de nuestra economía- y
uno verde, REAS Navarra.
VW-Navarra es una empresa
en la cual se trabaja una enorme cantidad de horas extras, habiéndose
llegado a pagar en un solo año y en plena crisis hasta 15 millones
de euros, cantidad equivalente a los salarios de alrededor de 400
personas que nunca se contrataron. Además, en el actual convenio
(recientemente firmado por UGT y CCOO) se potencian las medidas
destructoras de empleo, pues lejos de reducirse la jornada individual
anual de la plantilla, se incrementa ésta en 4 días; y de la misma
manera, se incrementa la flexibilidad organizativa y en la jornada
laboral, que en estos momentos alcanza ya la posibilidad de trabajar
hasta 81 días por encima de la jornada individual anual -establecida
ahora en 215 días de trabajo-, lo que supone la pérdida de una gran
cantidad de empleo estable, a cambio de la generación de una menor
cantidad de empleo precario. Por ello el pasado14 de enero le
otorgamos a sus puertas un merecidísimo Punto Negro.
Por su parte, la
Administración Pública de Navarra está reduciendo los puestos de
trabajo, recortándolos directamente, aumentando la jornada,
disminuyendo la sustitución de las ausencias y externalizando
numerosos trabajos. En los dos últimos años se han perdido
centenares de puestos de trabajo, mientras, con la intención de
edulcorar un poco las cifras del paro, nos plantean medidas de
(supuesto) reparto que tan sólo recaen en la voluntariedad y el
compromiso de la plantilla, sin ningún esfuerzo por parte de una
poco ejemplar Administración. Todo ello sólo puede ser tildado de
“antirreparto”. El Punto negro a la administración, que le
otorgamos el 21 de enero frente al edificio de Conde Olitevo, es
todavía más merecido porque esa destrucción de empleo redunda en
una merma de la calidad de los servicios públicos.
Frente a estos modelos de
insolidaridad escandalosa, la experiencia de la Red de Economía
Alternativa y Solidaria (REAS Navarra), abre una vía hacia el
futuro. REAS Navarra tiene como ejes transversales la autonomía
como principio de libertad, la autogestión, la cultura liberadora,
el desarrollo personal en todas sus dimensiones, la compenetración
con la naturaleza y la solidaridad humana y económica. Los
diferentes colectivos que forman REAS Navarra desarrollan proyectos y
actividades laborales de producción y de servicios, caracterizados
por prácticas internas alternativas, desde valores contrapuestos al
modelo capitalista. Prácticas comprometidas que dan credibilidad al
discurso transformador y posibilitan un camino hacia un mundo más
humano y respetuoso con la naturaleza.
Dentro de estas prácticas
el reparto de trabajo sobresale con especial relevancia. Cabe
destacar a los grupos Tierra, Medicus Mundi, Mugarik Gabe Nafarroa y
Traperos de Emaús, cuyas prácticas de reparto constituyen la vía
más sólida para luchar contra el paro a través de reducciones
salariales equitativas y creación de empleo equivalente. El lema
“Trabajar menos para trabajar todos” está asumido en sus
estructuras como ejercicio de genuina justicia social. Esta es la
razón por la que hemos otorgado a REAS Navarra y concretamente a los
colectivos mencionados el primer SELLO VERDE, por integrar dinámicas
de reparto de trabajo que abren una perspectiva esperanzadora: no
todo está perdido, es posible trabajar, repartir y soñar con un
mundo diferente.
La lucha contra el paro
se ganará probablemente con la instauración de otro modelo
productivo, una fiscalidad progresiva más justa, una renta básica
de ciudadanía y una vida más frugal alejada del consumismo, pero
hemos de comenzarla con el reparto de trabajo, la única medida que
depende de nuestra respuesta desde abajo como ciudadanía organizada.
En el siglo XXI, en Navarra, en el Estado o en Europa, el pleno
empleo no sería una quimera si hubiera solidaridad plena, no mañana
en una coyuntura favorable, sino a partir de hoy, en la crisis más
dura que hemos conocido en los últimos tiempos. El trabajo va a ser
cada vez más un bien escaso, debido al incesante aumento de la
productividad que trae el desarrollo tecnológico y al colapso
ecológico como consecuencia del despilfarro de recursos energéticos.
No vamos a conocer la clase de reactivación económica capaz de
absorber todo el paro generado y de proporcionar trabajo en las
condiciones del periodo de crecimiento. Por ello te animamos a que te
sumes a la campaña de Banatu, denunciando los puntos negros y
destacando los puntos verdes en torno al reparto del trabajo que
conozcas de primera mano y, sobre todo, practicándolo y
promoviéndolo de manera colectiva. Haznos llegar tus experiencias
(banatutaldea@gmail.com) para que podamos difundirlas y compartirlas.
Para luchar por sociedad más justa e igualitaria y unas formas de
vida más digna para todas y todos, nuestra pregunta es: ¿Qué vas a
hacer tu, aquí y ahora, por el reparto?
DOS DÍAS, UNA NOCHE
(octubre de 2014)
Así es como se titula la
recomendable película dirigida por los hermanos Jean-Pierre y Luc
Dardene, actualmente en cartelera, que nos cuenta la historia de
Sandra, una trabajadora en una empresa que debe afrontar que el resto
de la plantilla vote su futuro en la misma: ser despedida (lo cual
conlleva un plus económico de 1000 € para el resto), o mantenerla
en su puesto de trabajo. Durante dos días y una noche tratará de
convencer a sus compañeros y compañeras de que es más justo
renunciar a un beneficio personal que favorecer la pérdida de su
puesto de trabajo. Si bien sorprende que el conflicto se nos presenta
entre iguales (personas asalariadas) y la dirección de la empresa
parece querer lavarse las manos en todo ello, democratizando la
ejecución del despido, hay algo de real en este dilema que se
refleja en la película.
Ciertamente, en nuestra
sociedad, atenazada por el paro y el riesgo de la exclusión, la
destrucción de empleo proviene casi exclusivamente de políticas
empresariales bien definidas o de planes de contención del déficit
en el ámbito público. Es decir, desde arriba. No obstante, como en
la película, existe una responsabilidad colectiva en esta situación
que viene desde abajo. Si reconocemos lo sindical como reflejo de lo
que las plantillas buscan en sus empresas, observamos siempre
relegada a las últimas posiciones de la lista de reivindicaciones,
la cuestión del reparto del trabajo o la reducción de abanicos
salariales en pro de un mayor volumen de contratación y mayores
niveles de igualdad.
En cierto modo, la
ingente cantidad de personas en paro, aún sabiendo que el problema
es estructural y que existen responsabilidades políticas y
empresariales de primera línea sobre las que debemos presionar
socialmente, mira al resto de personas trabajadoras (por lo menos a
quienes todavía no padecen situaciones de extrema precariedad),
desde la misma mirada de Sandra: ¿vais a permitir mi exclusión del
mercado de trabajo porque pretendéis mantener vuestra situación
individual del modo más favorable posible? Resulta muy frustrante
para una persona en paro ver cómo se da el pluriempleo, la
realización sistemática de horas extras, la escasa asistencia a las
convocatorias que exigen medidas contra el paro y por el reparto del
trabajo,...
En este sentido, nos
parece muy interesante la propuesta que el Colectivo de Personas en
Paro hace a las organizaciones sindicales de Navarra, la creación de
una “Comisión de Empleo” en todos los Comités de Empresa con el
fin de llevar a cabo una acción sindical conjunta y comprometida con
el control y limitación de las horas extras, con la creación de una
bolsa de trabajo, con la limitación de la eventualidad, con el
reparto del empleo, con la cobertura de todas las vacantes, etc,...
Es decir, que en el plano sindical-reivindicativo vayan tomando
posiciones prioritarias aquellas propuestas dirigidas a responder al
paro y a sus consecuencias, entendiendo que la solidaridad es el
compromiso de compartir lo necesario. Compartir lo que nos sobra es
caridad
Desde Banatu Taldea
aplaudimos esta propuesta y además creemos que la reducción del
paro fortalece a las plantillas (más numerosas, menos temerosas de
la amenaza del paro), y contribuye a la conquista de otros derechos
laborales colectivos. Por ello, lector o lectora de este artículo,
te interpelamos como persona trabajadora a que animes y propongas
esta medida en tu empresa (si tienes trabajo), dirigiéndote a la
representación sindical en la misma. Hay que hacerlo ya, cuanto más
tardemos, mucho peor y ya se nos van acabando estos dos días y una
noche para lograrlo. Por cierto, el final de la película del cine no
os lo hemos contado... Será cosa de toda la sociedad saber como
acaba nuestra propia película.
LA LEY ES LA LEY. LA
RIDÍCULA TAMBIÉN (noviembre de 2014)
A finales de diciembre de
2012 se me abrió un expediente sancionador por haberme negado a
cumplir el incremento horario, 18 horas, fijado por el Gobierno de
Navarra para el segundo semestre de ese año. Una ocurrencia, la del
desgobierno de Navarra, que en el 2013 dejó de estar vigente.
Se me comunica la
apertura del expediente y se nombre una Comisión Investigadora.
Tengo una entrevista con ella. Después elabora un dictamen que se me
comunica. Hago alegaciones y solicitud de pruebas, tras de las cuales
sale un nuevo dictamen, que también se me comunica y al que tengo
derecho a hacer nuevas alegaciones. Ejerzo ese derecho y la Comisión
Investigadora vuelve a hacer otro nuevo dictamen que vuelve a
comunicárseme y se eleva a la Consejería de Presidencia Justicia e
Interior, frente a la que puedo hacer nuevas alegaciones, que
realizo. Y, por fin, el 15 de octubre de 2014, esa Consejería emite
un nuevo dictamen frente al que ya no caben alegaciones internas,
pero sí puedo hacer un recurso en el Tribunal de lo Contencioso
Administrativo. Desde el dictamen inicial hasta el último se
considera mi comportamiento como falta grave y se me dicta la sanción
mínima: cinco días de suspensión de empleo y sueldo.
Total, que para aplicarme
una sanción de cinco días de empleo y sueldo por haberme negado a
trabajar 18 horas el desgobierno ha gastado muchísimas más horas de
las que yo me negué a hacer. Para más delito, cuando la sanción es
casi firme y tendría que cumplirla resulta que hace cinco meses que
me he jubilado.
¿Qué puedo hacer? Puedo
recurrir al Contencioso Administrativo, pero Gallardón me lo puso
difícil, la justicia es muy cara. Puedo dejar la sanción en
herencia a mis hijos, como otros dejan las deudas de las hipotecas,
pero ¿y si no la aceptan? La cosa es que me sabe mal que esa
sanción, con todo lo que ha costado, se quede flotando en un limbo,
eternamente perdida y errabunda. Me sabe mal, ¡pobre sanción!, ella
que podía haber sido un ejemplarizante signo de firmeza.
Parece de risa, pero es
de pena. De pena ese funcionamiento por ocurrencias. De pena la
insensibilidad de nuestros gobernantes ante un tema como el paro. De
pena el que hablando previamente al expediente con la jefatura de
Atención Primaria (por cierto, de las pocas jefaturas que se
mantienen fieles a Marta Vera o agarrados fuertemente a la poltrona),
frente a mi defensa del reparto del trabajo se me diga que “yo lo
que quiero es repartir la pobreza, mientras que ellos quieren generar
riqueza”, frase tan manida y sintomática de carencia de
pensamiento. De pena que no se reconozca el derecho a la objeción de
conciencia más que en los supuestos gratos a nuestros gobernantes.
De pena el que se mantengan en ese hacer como que hacen. De pena la
burocracia infinita. … De pena.
Algo, mucho, tendría que
cambiar en nuestra sociedad. Y no me refiero solo al color de los
gobernantes, sino a las formas de hacer política y los contenidos de
ésta. Cambios que no se darán sin una mayor, mucho mayor,
implicación ciudadana. La cuestión central es si estamos por esas.
Por todo ello, el jueves
27 de noviembre a las 11 horas celebraremos una concentración en la
puerta del ambulatorio Conde Oliveto en la que escenificaremos en
forma de parodia el proceso sancionador y la ridícula actuación de
nuestros administradores.
TIEMPOS DE CAMBIO. TIEMPOS
DE REPARTO (abril de 2015)
Estamos en periodo
preelectoral donde se anuncian cambios que mejorarán nuestra vida y
solucionarán los problemas que atenazan a ciudadanos y ciudadanas.
Pero la crisis que nos
vino impuesta a la mayoría de las personas se cebó de manera
especialmente cruel en los sectores más desfavorecidos mientras se
enriquecían a los ya de por si más ricos de la sociedad y se
rescataba con grandes cantidades de dinero público a las entidades
financieras, aquellas que habían provocado el desbarajuste y se
convirtieron en reducto de corrupción.
Hoy
se nos dice que el crecimiento de PIB ya está aquí y solucionará
el paro y la precariedad. Con todo, la crisis solo es algo nuevo para
un sector reducido de la población mundial, para la mayoría de ella
la crisis es lo habitual. Venimos viviendo en una sociedad cercada.
El cerco separa los adentros de las afueras; en el interior el nivel
de consumo ha sido elevado, mientras que en el exterior se carecía
de los mínimos imprescindibles para una vida digna. Ese cerco de
exclusión se va cerrando y atrapando a sectores cada vez más
amplios de nuestras sociedades.
Por eso desde Banatu
Taldea insistimos una vez más en la necesidad de cambiar de rumbo,
esta vez nos dirigimos a las formaciones políticas que se presentan
tanto a los municipios como al Parlamento Foral para que tengan en
cuenta nuestras propuestas y las tengan en consideración tanto en
sus compromisos preelectorales como en la gestión pública en el
grado de presencia en las administraciones o incluso aunque no se
logre ninguna.
El decrecimiento es una
apuesta sensata, en las sociedades desarrolladas y el reparto del
trabajo, es una pieza más del puzzle que debemos ir encajando para
construir un nuevo paradigma, una nueva manera de pensar los valores
propios de las personas y cómo debemos organizar las relaciones
sociales y el equilibrio con la naturaleza.
El empleo tal y como lo
conocimos no volverá. El paro no tiene solución justa. No va a ser
reabsorbido por una nueva etapa de crecimiento como en crisis
anteriores. Lo impide los límites ecológicos, también lo impide la
incorporación de otros países al proceso desarrollista y, por
último, lo impide los avances tecnológicos que permiten producir
cada vez más con menor ocupación.
En la actualidad ya se
está dando un debate público sobre el reparto en nuestro entorno,
en la Administración Pública de Navarra. También hay ejemplos,
escasos pero notables en empresas privadas. Desde Banatu Taldea
instamos a profundizar en este debate y extenderlo socialmente para
tomar decisiones en el ámbito político que procuren con el reparto
del trabajo una disminución del desempleo, principalmente en los
sectores más desfavorecidos.
No es una propuesta
frívola, tenemos fórmulas para poder aplicar el reparto del trabajo
y hacerlo desde la solidaridad de trabajadores y trabajadoras con el
impulso de las administraciones en el espacio público y de
sindicatos, comités de empresas y las propias empresas en el
privado. No nos planteamos, ni creemos que deba ser así, el reparto
del empleo solo como un paliativo a los efectos de la situación
actual, no debe quedar como un conformista reparto interno entre los
trabajadores, ni como un gesto solo ético y personal. Al contrario,
hay que hacerlo como actitud social y política, como opción
estructural y de modelo de sociedad cargada de futuro, que
conseguiremos con debate, unidad y lucha, como recuperación de la
confrontación y de la necesaria unidad para emprenderla. Recuperando
en definitiva lo mejor de la tradición en las luchas de la clase
obrera para una nueva realidad que supera a esta y requiere nuevas
alianzas.
No vemos otro horizonte
de actuación que el impulso del reparto del empleo. Asumiendo que un
determinado empobrecimiento relativo y un determinado reparto del
empleo va a ser una realidad y que o estamos dispuestas las personas
a ser quienes los determinemos o nos vendrá impuesto por imperativo
legal.
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