lunes, 15 de octubre de 2018

Nunca se ha visto al lobo cuidar de las ovejas: el fraude de las horas extraordinarias


Diariamente escuchamos como el Sistema de Seguridad Social no tiene ingresos suficientes para pagar las pensiones actuales, y por ello tendrá que haber más recortes y más requisitos que empeoren las cuantías de las futuras prestaciones a cargo de la Seguridad Social. Estos días también son las voces de muchos grandes empresarios que dicen que no ven la jubilación a los 67, que ésta debería alargarse al menos hasta los 70 años. Veamos…

Pensar en los pensionistas y/o jubilados y pensar en clase trabajadora por separado es un engaño en el que no debemos caer, ya que el Estado de Bienestar es la suma, el apoyo y la solidaridad intergeneracional y la balanza invisible que debemos mantener estable.

Ese Estado del Bienestar, fruto del pacto entre Capital y Trabajo que tuvo lugar al finalizar la Segunda Guerra Mundial y que merced al mismo una parte de la tasa de ganancias del Capital redundaría en la mejora económica y social de la Clase Trabajadora, se ha roto.

Y ello por diversos motivos, uno de los más importantes la depredación insaciable de este Sistema Económico que no pone a las personas como eje central de la economía sino como “recursos” a utilizar, léase explotar. En consecuencia y dando un salto temporal hasta la actualidad en España nos encontramos con que la tasa de desempleo se encuentra en 15.3 % (13.7% hombres, 17.1% mujeres), 3,16 millones de desempleados de los cuales una importante cantidad no reciben prestación alguna de la Seguridad Social y, por tanto, no cotizan a la misma, detrayendo una cuantía nada despreciable de cotización posible y real.

Aunque la Seguridad Social ha recuperado las tasas de afiliación de septiembre del 2008 con 19 millones de afiliados, (19,5 millones de afiliados es el techo de la Seguridad Social) por contra los ingresos por cotizaciones al sistema están muy por debajo de las cuantías que se recaudaban en 2008, esto es debido a diferentes causas: las dos principales, la precariedad en los contratos de trabajo y el fraude en las horas extraordinarias.

Está meridianamente claro que como cifra macroeconómica el número de afiliados podría considerarse una buena noticia pero cuando bajamos a la realidad nos encontramos con que ese número de contratos es una ficción en tanto que no significa, para nada, que hay 19 millones de personas con su puesto de trabajo fijo, con un salario digno y con un horario completo de trabajo, lo que ocurre es justamente lo contrario, ha surgido la figura del TRABAJADOR POBRE, ya que un porcentaje importante de esos contratos no son más que contratos por horas, por días, por alguna semana, o sea que está instalado en el sistema laboral español LA PRECARIEDAD MÁS ABSOLUTA por lo que la cifra de 19 MILLONES DE PERSONAS AFILIADAS no corresponde con ese tipo de trabajo preconizado por el ya citado Estado del Bienestar que significaba para la clase trabajadora un horizonte de seguridad vital, social y económica. Consecuencia de esto, a más de la inseguridad expresada, es la disminución de las cotizaciones a la Seguridad Social, en tanto, el tiempo completo de jornada de trabajo no es lo más extendido en el ámbito laboral privado y en consecuencia, de nuevo, tenemos una detracción de recursos hacia lo público que se queda en las arcas del empresariado.

Es asombroso que con un mercado de trabajo en España como el que tenemos se hayan realizado unas 6.131.400 horas extra a la semana (más de 327 millones al año), de las que el 44,6% no son remuneradas y, aún más, en el sector servicios el porcentaje se eleva al 60% de horas no pagadas, por ello le corresponde tres de cada cuatro horas extra el pasado año.

Puede parecer antiguo, desfasado e incluso políticamente inadecuado el uso de este término pero no puede estar más de actualidad, no es más que un FRAUDE EMPRESARIAL que nos lleva ante una gran pérdida de derechos laborales, ya que se elude la cotización, el 14% del salario bruto del empleado en el caso de las horas extras de fuerza mayor y del 28,3% para el resto de horas extras. Y además con un doble efecto negativo a las arcas de la Seguridad Social, ya que las horas extras no remuneradas, equivaldrían a la creación de cerca de 200.000 nuevos empleos asalariados a tiempo completo, o la posibilidad del abono de las pensiones por IPC Real, recuperación de lo perdido, además de muchas otras reformas que podría acoger el sistema de Seguridad Social para hacerlo sostenible. Se podría calcular fácilmente el monto de las 327 millones de horas al año a unos 5 € la hora…

Y todo ello gracias a la Reforma Laboral del 2012, contra la cual ya se ha pronunciado la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en su “instrucción 3/2016: considera que “no es admisible que, con la invocación de la flexibilidad horaria que brindan las normas laborales, puedan perjudicarse los derechos de los trabajadores y se altere el equilibrio contractual mediante la prolongación indebida de la jornada laboral”.

¿Es una decisión política de favorecer al conjunto de la ciudadanía española o a una mínima parte de ella?. Parece que se opta por esto último. Y tenemos, ante ello, que ser conscientes de que solo de la asunción por la Clase Trabajadora de su papel histórico en sus relaciones con el Capital puede revertirse esa situación. Su papel es de combatir todas las políticas antisociales promovidas por la derecha política, se llame como se llame, -lo que cuenta es qué se legisla- y desenmascarar al gran empresariado agente activo del empobrecimiento de la clase trabajadora.

El Sistema Público de Pensiones es un instrumento de vital importancia como elemento equilibrador de desigualdades y, en consecuencia, es esencial que la Clase Trabajadora sea consciente de que el aseguramiento de su sostenimiento contribuye a la disminución de la pobreza en la misma, a un reequilibrio social necesario y a una justicia distributiva y legal realizada a través de las cotizaciones. No estamos ante un panorama, por todo lo expresado, en el que falten recursos al Sistema de Seguridad Social, bien sea por los tan publicitados gastos en pensiones, o en sanidad, o en gastos generales. Estamos ante un problema de falta de ingresos que, como ya dijimos, en una decisión política y, de gobierno consecuentemente, que puede favorecer al empresariado –la parte minoritaria y rica de la sociedad- o a la clase media/baja y trabajadora –la mayoría social-.

Nuestro deber es combatir el discurso oficial de falta de recursos constatándolo como una interesada mentira difundida desde distintos poderes reales –políticos, económicos, mediáticos…- cuando lo que existe es una falta de ingresos a las arcas de la Seguridad Social que se queda en los bolsillos de la clase dominante. Es necesario revertir no solo los recortes en los derechos adquiridos por el colectivo de pensionistas sino establecer mejores condiciones para las generaciones venideras que tendrán esos derechos limitados por mor de la depredación del poder económico dominante, insaciable, voraz e inhumano que quiere condenar a condiciones de pobreza, en una paradoja no vista desde hace muchas décadas, como es que el trabajo no dé para vivir dignamente.

Es paradójico que llegados a éste punto, el Gobierno nos comunique que deja en manos de los Sindicatos Mayoritarios y de la patronal la subida de las prestaciones. Nunca se ha visto al lobo cuidar de las ovejas.

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