Extraído de: https://elpais.com/elpais/2017/10/12/opinion/1507824267_656058.html
Los sindicalistas alemanes quieren aprovechar la bonanza económica que atraviesa su país para permitirse lujos hasta hace no tanto implanteables. El todopoderoso IG Metall ha presentado esta semana una llamativa propuesta con vistas a la negociación de las condiciones en el sector en 2018. Exigen predeciblemente subidas salariales, pero sobre todo quieren trabajar menos. En concreto, quieren que los trabajadores puedan reducir su semana laboral a 28 horas, si así lo desean, durante un máximo de dos años. Con un desempleo que registra mínimos históricos y cercano al pleno empleo, lo que los trabajadores alemanes de verdad quieren, según el sindicato, es más tiempo libre.
El sindicato pide que la flexibilidad horaria no sea monopolio de los empresarios y que los trabajadores puedan también hacer uso de ella. IG Metall, con 2,3 millones de afiliados en un sector de cuatro millones de trabajadores, es un referente indispensable en las relaciones laborales alemanas y sus propuestas se estudian con atención. Uno de los objetivos de la medida es feminizar el sector metalúrgico, en el que apenas el 20% de los trabajadores son mujeres. Quieren atraer a las trabajadoras que hasta ahora no aceptaban empleos que resultan incompatibles con la crianza.
Según la iniciativa presentada esta semana, los trabajadores que opten por trabajar menos horas por motivos familiares o de salud recibirían además una compensación. “La salud y la compatibilidad entre la familia y el trabajo no tiene que depender de la cartera”, dijo el presidente de IG Metall, Jörg Hofmann, en un comunicado.
IG Metall aspira también a que la reducción de horas se vea compensada con más contrataciones y no se convierta en una mayor carga para los que no reducen su jornada. La propuesta servirá de base para renovar el acuerdo del sector que expira a fin de año y ha suscitado ya críticas entre los empresarios. Consideran que la medida puede hacerles perder competitividad en un momento en el que el mercado laboral alemán padece una acuciante escasez de mano de obra cualificada.
El sindicato pide que la flexibilidad horaria no sea monopolio de los empresarios y que los trabajadores puedan también hacer uso de ella. IG Metall, con 2,3 millones de afiliados en un sector de cuatro millones de trabajadores, es un referente indispensable en las relaciones laborales alemanas y sus propuestas se estudian con atención. Uno de los objetivos de la medida es feminizar el sector metalúrgico, en el que apenas el 20% de los trabajadores son mujeres. Quieren atraer a las trabajadoras que hasta ahora no aceptaban empleos que resultan incompatibles con la crianza.
Según la iniciativa presentada esta semana, los trabajadores que opten por trabajar menos horas por motivos familiares o de salud recibirían además una compensación. “La salud y la compatibilidad entre la familia y el trabajo no tiene que depender de la cartera”, dijo el presidente de IG Metall, Jörg Hofmann, en un comunicado.
IG Metall aspira también a que la reducción de horas se vea compensada con más contrataciones y no se convierta en una mayor carga para los que no reducen su jornada. La propuesta servirá de base para renovar el acuerdo del sector que expira a fin de año y ha suscitado ya críticas entre los empresarios. Consideran que la medida puede hacerles perder competitividad en un momento en el que el mercado laboral alemán padece una acuciante escasez de mano de obra cualificada.
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