La pandemia de coronavirus ha trastocado nuestras vidas, y parece llevarnos a una crisis económica importante. Sin embargo, lo que parece una “nueva” crisis, no es más que la manifestación de una serie de crisis latentes que estaban aflorando poco a poco en nuestra sociedad. El capitalismo ha llevado a la civilización a un punto cada vez más cercano al colapso por su lógica del crecimiento ilimitado. Un aumento perpetuo del consumo de materias primas y energía, que no puede ser suministrado en un mundo finito. En estas condiciones, la crisis del coronavirus no ha hecho más que acelerar la llegada de una crisis económica provocada por el sistema y que tarde o temprano iba a llegar.
Por otro lado, la situación actual ha visibilizado más que nunca los cuidados, nos ha hecho conscientes de que somos vulnerables e interdependientes porque todas necesitamos que nos cuiden, especialmente cuando estamos enfermas. Los cuidados tanto domésticos como profesionales, ejercidos en su inmensa mayoría por mujeres, han dejado de ser el “patito feo” de la sociedad, lo invisible y poco valorado para convertirse de pronto en esenciales. Estos cuidados deben ser reconocidos y asumidos de manera colectiva.